Que el mundo cambia, es una frase que podemos aplicar a cualquier momento histórico. Que el mundo cambie tan rápido y en tantas direcciones, no es algo tan habitual.

Si leemos como dice un artículo del confidencial del 15 de agosto del año pasado que el 43% de los puestos e trabajo pueden llegar a ser sustituidos por máquinas, y que hay una probabilidad de que el 66% de los puestos de trabajo en el mundo puedan ser automatizados en el medio plazo, podemos entender a qué nos referimos cuando hablamos de la cuarta revolución industrial.

Esta situación nos plantea muchos interrogantes que debemos ser capaces de resolver para organizar una sociedad que irremediablemente nos plantea cambios o ajustes en nuestro modelo productivo y en consecuencia en nuestro modelo social ¿Estamos preparados para ello?

Todo progreso científico en el pasado provocó, tras un pequeño período de ajuste, un incremento del empleo. Esta tendencia parece cambiar en este momento. El impacto será mayor cuanto menor sea el capital humano del país. Los trabajos manuales y repetitivos serán los que con mayor facilidad serán reemplazados. La OCDE sitúa a España, Austria y Alemania como los tres países que pueden verse más afectados por la introducción del los robots en nuestro sistema productivo, con un nivel de sustitución de empleos del 12 % mientras que la media de la OCDE es del 9%.

Es cierto que podríamos hacer muchas conjeturas acerca de la veracidad de estos datos, pero la tendencia si parece clara y muy lógica. Es difícil simplemente impedir la entrada de los robots en nuestra economía cuando el coste de fabricación de los mismos cae cada año de manera significativa, cuando la productividad de los robots se incrementa en relación a la de las personas o el tiempo de amortización de los mismos es cada vez más corto. Es una realidad que nos pisa los talones, que nos exige adaptarnos sin perder de vista que el objetivo de la economía es satisfacer las necesidades de las personas.

La deslocalización comienza a ponerse en entredicho, las fábricas pueden volver a los países desarrollados donde hay mayor seguridad y estabilidad socioeconómica. El precio de la mano de obra no será un problema, la mecanización de los procesos productivos lo elimina. Las diferencias entre los países desarrollados y subdesarrollados pueden ser aún más abrumadoras, las diferencias entre las clases sociales pueden ser aún más marcadas ¿Qué consecuencias genera? ¿Cómo vamos a solucionar estos desajustes? Son preguntas que irremediablemente la economía y la sociedad van a tener que responder en un espacio de tiempo no muy largo.

La formación, la preparación, la educación es la clave para poder abordar con garantías un mundo donde la interacción humana, la creatividad, la originalidad, la imaginación… son los aspectos claves que nos hacen únicos e insustituibles. El capital humano es la llave para diferenciarnos en un mundo donde el conocimiento no será el amasijo de datos fríos e información descontextualizada, sino la capacidad para crear, relacionar, inventar algo nuevo a través del conocimiento. El saber es indispensable, la formación insustituible, pero la originalidad, la individualidad, la creación, la empatía, la humanidad en si misma, son aspectos que aún la mecanización no puede sustituir. Son al fin y al cabo las variables que nos permitirán adaptarnos a un mundo espectacularmente cambiante.
 

Departamento de Economía ESO y Bachillerato

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