El Día 5 de junio fue el Día Mundial del Medio Ambiente. Este año los principales actos de Naciones Unidas se realizaron en China y el tema central era la contaminación del aire. 

La primera vez que se realizó una Conferencia Mundial sobre el medio ambiente fue el 5 de junio de 1972, en Estocolmo. Dos años después, en 1974 comienza a utilizarse esta fecha del 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente. Hoy estamos en 2019 y el lugar señalado para centrar esta celebración es un país eje de la contaminación a nivel mundial, pero también un país que poco a poco comienza a tomar conciencia del problema. ¿Es quizás este el primer paso que quizás aún no hemos terminado de completar? Tomar conciencia de un problema global, planetario, es especialmente difícil, estamos habituados a buscar soluciones a problemas locales, sin embargo, quizás por primera vez en la historia del ser humano, se nos plantea un reto como especie, no como personas de nacionalidades distintas o de pueblos con culturas dispares. Se nos exige asumir nuestra responsabilidad en el planeta como ser humano, es decir, como la especie dominante capaz de adaptar el medio ambiente a sus necesidades y no plegarse constantemente a las exigencias climáticas y geográficas. Este es nuestro gran reto.

Ya lo hemos hecho en algún momento, en el Protocolo de Montreal, ante la urgencia que nos mostraron científicos de diversos lugares del mundo, instituciones tanto públicas como privadas se pusieron de acuerdo para abordar de forma drástica el problema de la capa de ozono. Conseguimos mejorar la situación. Científicos de todo el mundo están llamando la atención sobre un problema que parece que nos ahoga poco a poco, como la rana metida en agua que va lentamente calentándose, nos vemos alertados por mensajes y datos que parecemos obviar. ¿Terminaremos comportándonos como la rana?

Es verdad que la decisión que se tomó tras el protocolo de Montreal era mucho más fácil de admitir en nuestra economía. Las exigencias que tenemos por delante son mucho mayores.  Según la ONU los objetivos son claros, limpiar el aire, reducir los gases de efecto invernadero, apostar por las energías limpias y por medios de transportes menos contaminantes. El Secretario General del la ONU Antonio Gutiérrez plantea una serie de medidas de carácter económico que van dirigidas a: gravar la contaminación, dejar de subvencionar los combustibles fósiles y dejar de construir nuevas centrales de carbón. Se trata de dirigirnos hacia una economía verde en vez de una economía gris.

¿Son estas medidas socialmente aceptadas? La pregunta es complicada y difícil de responder, todos queremos un medio ambiente más limpio y frenar el calentamiento global, sin embargo no deseamos vernos afectados por las medidas económicas que eso provoque. ¿Es posible una cosa sin la otra? La contaminación está unida a nuestro sistema económico, fundamentalmente a nuestro sistema de producción. El número cada vez mayor de personas, el incremento de nuestros mercados y nuestra capacidad productiva genera un planteamiento tan triste como obvio: no tenemos recursos suficientes para mantener nuestro modo de consumo y crecimiento sin modificar nuestra forma de producir y consumir. Es un camino que se termina no mucho más lejos. Este es nuestro reto como especie. Ya no se trata de verlo pasar desde la barrera, el aire no tiene fronteras, el agua no comprende puntos de vista, inquietudes o deseos de poder y de dinero. No podemos abordar el problema sin plantearnos o modificar en parte nuestra forma de consumo.  

Concienciarnos sobre un problema es esencial, asumir ciertos sacrificios, probable. Deberíamos intentar abordar el problema con perspectiva, quizás lo que hoy llamemos sacrificio no sean sino lujos en un futuro no muy lejano. Nuestra capacidad para pasar de una energía sucia a una limpia va a marcar en gran medida uno de los retos más importante de nuestro tiempo. Necesitamos estar a la altura.  

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