Y hay que contarles que no hay ningún elemento desconocido, los que existen ya están en la tabla. Lo interesante es que la tabla se puede ampliar. Desde hace mucho tiempo los investigadores, físicos y químicos, intentan crear elementos nuevos que no existen en ninguna parte del universo.
Para generar átomos muy pesados se utilizan átomos ya existentes como “blancos”. Sobre ese objetivo se lanzan otros átomos a velocidades muy altas (del orden de 30.000 km/s) con la pretensión de que se fusiones venciendo la fuerza repulsiva entre las cargas nucleares. Cuando los núcleos se aproximan lo suficiente se fusionan en un núcleo nuevo.
Pero las características de estos nuevos elementos hacen que sean inestables, que en una pequeña fracción de segundo los átomos de los elementos nuevos se desintegren en otros elementos ya existentes. Esto ocurre por la gran cantidad de protones positivos del núcleo, que generan una gran repulsión.
El elemento más pesado (en un sentido atómico) es el “oganesón”, que tiene 118 protones en su núcleo; compárese con el hidrógeno, que es el elemento más abundante en el universo, que solo tiene un protón.
Para obtener este nuevo elemento los equipos de científicos bombardearon átomos pesados con trillones de átomos de calcio. Después de más de 1000 horas de experimento se habían generado tres átomos de esta nueva sustancia, que después de unos milisegundos desaparecieron.
La carrera continúa en la búsqueda del elemento 119, que abriría una nueva fila en la Tabla periódica.
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