Haces unos días un alumno me preguntó: ¿ Lope de Vega es su autor favorito? Me hizo pensar y por un momento no supe que contestar. Lope de Vega es un autor al que admiro, envidio y me asombra cada vez que lo explico o cada vez que leo uno de sus poemas. Lopillo, para los amigos, nació en Madrid, el 25 de noviembre de 1562, en el seno de una familia artesana. Desde muy pequeñoo mostró gran habilidad y facilidad para la lectura. Fueron las palabras las que hicieron de Lope un gran maestro de nuestra literatura. Palabras a las que amaba, acariciaba, las hacía suyas, como si de una dama se tratara. Las acogía en su hogar, palabras abandonadas entre vocales y constantes. Palabras que manejaba a su antojo, las gozaba y las alimentaba a su manera. Si encontraba un verbo llorando por ser abandonado, le daba un elegante sujeto para que lo acompañara y si veía a tres adjetivos un poco decaídos, los invitaba a casa de tres sustantivos divertidos. Jugaba con las palabras, se entretenía y con ellas llegó a conquistar a muchas de sus mujeres. Creía en la palabra, creía en el amor y enamorado de él compuso uno de sus mejores sonetos.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
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