Genera un mayor aporte de humedad y viento en Oceanía y por tanto un mayor número de tifones y lluvias torrenciales. A su vez genera afloramientos, que son levantamientos de aguas profundas llegando a arrastrar la termoclina hasta la superficie, llevando consigo nutrientes y disparando el fitoplancton y los bancos de peces (trayendo un beneficio económico a Sudamérica).
Cuando el Pacífico está en fase negativa o La Niña los efectos se contagian al Atlántico, permitiendo que haya unas condiciones más favorables para la formación de huracanes.
Así afecta una Niña moderada o intensa en invierno: La Niña se caracteriza por provocar temperaturas frías y perdurables, si se le compara con El Niño, nevadas que podrían ser muy importantes en algunas partes de los EE.UU, graves sequías en el oeste del continente americano, en el Golfo de México y en el noreste de África. Las correlaciones entre el fenómeno ENSO( El Niño) y el clima europeo son débiles aunque se cree que las precipitaciones podrían aumentar con La Niña.
Una situación climática que podría asemejarse es la oscilación del Atlántico Norte (NAO). Un fenómeno climático situado en el norte del océano Atlántico que funciona debido a las fluctuaciones en la diferencia de presión atmosférica entre las bajas presiones de Islandia y el anticiclón o altas presiones de Azores.
La posibilidad de tener un invierno más duro e intenso de frío y nevadas es una de las posibilidades más patentes que se barajan.
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