La atención a la diversidad, una necesidad

La educación en nuestros días tiene el objetivo no sólo de generar conocimiento en los alumnos, sino también de orientar e intentar no amoldar su aprendizaje a un modelo formativo, sino conseguir que cada uno de ellos descubra un camino y un propósito, valorando sus puntos fuertes y mejorando sus debilidades. Este planteamiento educativo centra la atención en el alumno, ahora no es una persona con la única obligación de amoldarse a un sistema, sino la base sobre la que cimentar un trabajo constructivo que le ayude a conseguir tanto objetivos genéricos como personales.

Es en este esquema con el que tenemos que abordar la ayuda a los alumnos con dificultades, bien sean específicas de aprendizaje, que complican su adaptación a las exigencias educativas, como sociales o anímicas, que del mismo modo afectan notablemente al rendimiento académico. Que tengamos que interpretar la educación desde una perspectiva individual, choca frontalmente con el planteamiento educativo con el que hemos crecido la mayoría de nosotros. Los alumnos con dificultades de aprendizaje requieren de un tratamiento diferente precisamente para estar en igualdad de condiciones con sus compañeros. No se trata de que no sean capaces de lograr los mismos objetivos (en algunos casos puede ser que sea así), es simplemente que requieren de ciertas medidas que les permitan demostrar la validez de sus aprendizajes.

Tendemos a considerar mejores o peores a los alumnos en función de las notas que consiguen. Estos resultados suelen ser la consecuencia del rendimiento  en un examen. La sociedad, los alumnos, los padres de dichos alumnos, tienden a hacer un ranking en función de la nota. De ese modo situamos a unas personas por encima de otras. Es evidente que esa concepción numérica y simplista de la calidad de una persona nos pone a todos a prueba y nos sitúa en una parrilla de salida donde deseamos estar bien colocados. Este planteamiento no sólo es erróneo, sino que provoca una competitividad que en ocasiones puede ser muy destructiva. De ahí que no sea extraño que, atender de forma diferenciada a un alumno porque presenta un problema determinado, se considere romper la igualdad en favor de dicho alumno. En vez de considerar su dificultad como un problema a resolver, se convierte en una discriminación que perjudica al alumno normativo que no padece ningún inconveniente susceptible de ser atendido.

La educación pretende la adquisición de conocimientos, conocimientos significativos que transformen al alumno en una persona capaz de tomar decisiones y adaptarse al mundo que le rodea, capaz de elegir y ser autocrítico, de construir una identidad, conocimientos que poco  a poco vertebren una concepción del mundo compleja donde el alumno se sienta inmerso y motivado a contribuir en una parcela, su parcela, decidida por él. La labor del profesor es la de dirigir este proceso, alentarlo y ayudar a que los alumnos consigan estos objetivos. La labor menos importante de un maestro es la de juez. Valorar al alumno exclusivamente por su rendimiento en un examen es simplista, y en muchas ocasiones falsa. Enseñarles a enfrentarse a un examen es importante, y a medida que crecen imprescindible, pero no se nos puede olvidar que no es la nota la que define a un alumno. En el caso de muchos alumnos con dificultades, que requieren de muchas horas de esfuerzo, de soportar frustraciones importantes, que parten de la comparación con sus iguales, que viven una duda perenne sobre su capacidad o posibilidad en el futuro; que los profesores les apoyen, les animen no solo con palabras, sino con una sensibilidad que plasme un trabajo concreto y ajustado a sus necesidades, les ayuda a creer en sus posibilidades, les ayuda a madurar, a mejorar y crecer sin un fracaso constante.

La labor de un profesor, de un centro educativo, no puede ser sólo la valoración del rendimiento de un alumno en una prueba concreta, por muy importante que sean las pruebas. El juicio a un alumno, no puede estar basado exclusivamente en el rendimiento académico de un examen, por muy importante que éste sea. Darnos cuenta de la diversidad de las personas, de las dificultades de los niños y adolescentes en la construcción de su propio camino, de la necesidad de nuestro apoyo y nuestra atención como individuos diferentes y no como números diferenciados exclusivamente por un nombre, es una tarea a comprender y a ejercer por parte de padres y profesores.

DEPARTAMENTO DE ORIENTACIÓN 

COLEGIO LUYFERIVAS

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