Siempre que los alumnos acuden a alguna actividad extra como el teatro surge un conflicto de intereses evidente y difícilmente evitable, no podemos hacer dos cosas al mismo tiempo, ni estar en dos lugares en el mismo momento. Este problema nos hace tener que elegir e irremediablemente plantearnos qué es más importante. Lógicamente siempre prima en nuestra elección aquello que resulta más práctico, habitualmente inmediato, o aquello que genera consecuencias más graves. Es por ello que diversas actividades quedan recluidas, casi sin más planteamiento que un “evidentemente” a un segundo plano. La actividad de teatro es una de ellas, siempre por detrás, “evidentemente” de exámenes, trabajos o diversas obligaciones.

 Sin embargo nos podríamos plantear que el teatro no es precisamente una obligación impuesta por el sistema educativo, sino más bien una elección personal de cada una de las personas que han decidido participar en ella. Una obligación muy particular ya que la implicación de cada una de las personas que participa no tiene sentido sin la responsabilidad de los compañeros que la acompañan. Es por lo tanto una responsabilidad compartida, una actitud que muestra y enseña de manera palpable y evidente que tus acciones, tu compromiso, tiene una repercusión directa en cada uno de los compañeros con los que trabajas. Creo que es un aprendizaje alentador e imprescindible en el mundo que estamos construyendo.

Podríamos hablar de los puntos fantásticos que tiene el teatro a nivel educativo, desde la expresión verbal y no verbal, la capacidad de abordar dificultades, las habilidades sociales, el control emocional o el trabajo de la empatía y expresión emocional, pero no es precisamente ese el objetivo de este artículo. Desde este texto me gustaría revindicar, en pocas líneas, de forma quizás demasiado escueta, la importancia de valorar la formación y la educación en valores sobre compromisos que no tienen a corto plazo una repercusión evidente, sobre obligaciones que no generan un beneficio individual exclusivamente, sobre un esfuerzo que provoca un éxito colectivo que se paga con un simple aplauso, sin un premio en metálico o un reconocimiento en forma de diploma. Quedan exclusivamente los recuerdos, las fotos, los malos o los buenos momentos que hayamos pasado, y aquello que cada uno de nosotros haya sido capaz de superar o afrontar.
 
Estas actividades, como el teatro, que tienen una proyección a largo plazo, te exigen planificarte y responsabilizarte por un motivo que haces tuyo sin que nadie te obligue a priori. La capacidad de comprometernos con un proyecto, de llevarlo a cabo sin grandes medios, enseña valores que van más allá del aprendizaje concreto, pero que son andamios fundamentales para lograr éxitos futuros, cada uno en el ámbito que elija o se sienta cómodo. 

Tendemos a valorar y definir  personas por resultados medibles que nos comparan con los demás en base a un criterio, aspecto que es importante en nuestra sociedad, pero también lo es comprender que las personas tenemos muchos matices y aprendizajes que nos convierten en entes únicos y distintos, que modulan nuestro carácter y nos muestran caminos diversos sobre los que construir expectativas y modelos de vida. Esos aprendizajes son también importantes y por ello quiero agradecer a los chicos y chicas que nos han acompañado este año y otros años en realizar un proyecto como este, y animo a que el año que viene contemos con más actores, actrices, directores, escenógrafos y demás puestos que asumen cada uno de los integrantes de este proyecto.
 

Departamento de Orientación.

Deja una respuesta

Latest Posts
abril 2024
L M X J V S D
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930