En febrero de este año 2020 se lanzó desde Cabo Cañaveral el satélite Solar Orbiter. Lo que hace esta misión un tanto especial es que lleva a bordo instrumentación desarrollada en la Universidad de Alcalá de Henares.

EL objetivo principal de esta misión es el estudio del Sol y su actividad magnética. Entre otros aspectos, observará la evolución temporal de las tormentas solares y sus emisiones desde un mismo punto de vista. Durante estos episodios se emiten las eyecciones coronales, cantidades enormes de masa, 10.000.000 de toneladas, a velocidades de hasta 12.000.000 km/h. La energía involucrada sería similar a la de 10.000.000 de bombas H.

La nave se situará en una órbita en forma de elipse, y tardará 6 meses en dar una vuelta completa; esto significa que cada 180 días pasará a una distancia mínima de 42.000.000 km, más cerca que la órbita de Mercurio (la distancia entre la Tierra y el Sol es de unos 150.000.000 km). A estas distancias la temperatura que tendrá que soportar la nave es de unos 500 ºC. En la segunda parte de la misión el satélite describirá una órbita inclinada de manera que permitirá la observación de los polos solares.

De entre toda la instrumentación y detectores de que dispone la misión, la que nos interesa por proximidad es el Detector de Partículas Energéticas (EPD), contribución de la Universidad de Alcalá de Henares. Con este equipo se pretende obtener información detallada de las partículas de alta energía que emite el Sol, de su composición y flujo. El objetivo es el conocimiento de los mecanismos por los que se aceleran las partículas y sus procesos de transporte, para así poder anticipar las tormentas solares que dejan sentir sus efectos en la Tierra.

Esta colaboración resalta la importancia de España en la física solar y la capacidad de desarrollar tecnología puntera en investigación espacial.

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