Los límites en la infancia

En educación se entiende como límite a la norma que nos permite entender las situaciones y la mejor manera de afrontarlas.

Los límites son necesarios e importantes para los niños ya que les ofrecen aprendizajes para desarrollar su autodisciplina, seguridad y autoconocimiento. El establecimiento de normas en la infancia cobra la misma importancia que la transmisión de afecto y seguridad a los niños.

¿Qué beneficios tienen los límites?-  Protección: a través del establecimiento de límites, se protege a los niños de los estímulos que pueden ser peligrosos. Además, los niños aprenden a protegerse a sí mismos y sobre la seguridad de manera natural.

–  Guía: los límites permiten enseñar a los niños cómo actuar en su día a día. A través de las reglas y el ejemplo de los adultos, se aprenden las normas sociales que les permitirán convertirse en adultos responsables.

–  Desarrollo de habilidades emocionales: poniendo límites a los niños se van a enfrentar a sentimientos incómodos como es la tristeza o el enfado. Son momentos que no deben evitarse sino aprovecharlos y enseñarles cuál es la manera más adecuada y saludable de lidiar con estos sentimientos.

–  Desarrollo de habilidades de autodisciplina: las normas que impiden a los niños hacer todo lo que desean en un momento determinado les permite desarrollar ciertas habilidades de autodisciplina como son la espera, la resistencia a los obstáculos, el manejo de la frustración o el esfuerzo para conseguir sus objetivos. Es una forma que permite a los niños adquirir comportamientos y actitudes responsables para su propio bienestar.¿Cómo establecer unos límites claros a nuestros hijos?

–  Los límites deben ser proporcionales y justos a la conducta del niño. El menor debe entender el porqué del límite.

–  Se tiene que reflexionar con el niño sobre lo que ha hecho mal y ayudarle a buscar una solución.

–  Se desaprueba la conducta, no al niño. Diremos “no se empuja, a los amigos hay que quererlos” y nunca diremos “eres un niño malo porque empujas”.

–  Hay que ser firmes con los límites. No podemos eliminar el límite que hemos establecido porque llore o grite.

–  Al poner un límite debemos proponer alternativas al niño para que entienda qué no puede hacer y qué sí.

– Acentuar la conducta positiva.

–  Debemos ser amables, pero no permisivos.

–  Controlar nuestras emociones al imponer un límite. Nuestro estado emocional no debe influir en los límites que ponemos ni en cómo los explicamos.

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