La frustración en el deporte a edad temprana

Se ha vuelto muy común en los parques, en los patios e incluso en educación física, el interés desmesurado por ganar o ser el mejor sobre toda las cosas. En un mundo súper competitivo como en el que vivimos muchos pensarán que esto es algo normal, pues desde niños lo ven en la sociedad y aprenden este afán por ganar. 

Pero aún entendiendo que competir es algo normal en nuestra sociedad, para el crecimiento personal de los más pequeños puede generar grandes problemas. Como adultos y educadores nuestro trabajo es hacer entender a los niños desde edades tempranas que competir es sano, sí, pero con control y entendiendo que no todo en la vida es GANAR.

El espíritu competitivo es imprescindible en los juegos, las competiciones y por qué no decirlo, en la vida. Pero debemos enseñar a canalizar la frustración o excitación que puede generar tanto una victoria como una derrota. 

Primero deberíamos hacer hincapié en la competición como medio de diversión y dar importancia a la participación, sin importar el resultado. Algo que es verdaderamente difícil, pero ahí es donde viene la gestión de la victoria o la derrota.

En ocasiones pensamos que solo se debería de tratar o gestionar la frustración de los niños ante la derrota, pues en muchas ocasiones es cuando creemos o vemos que el niño sufre más, pues esto se traduce en pataletas, lloros o enfados. Situaciones ante las que es complicado actuar, pero muy necesario hacerlo. Los niños no necesitan una regañina por su reacción, al contrario, necesitan que se les ayude a gestionar esta emoción y se les enseñe a superar o relativizar el problema. Desde el departamento de educación física recomendamos hablar con ellos de una forma sosegada e intentar hacerles entender y valorar el verdadero esfuerzo que seguramente han realizado. Por supuesto esto no es un proceso sencillo y en la mayoría de las ocasiones les llevará algún tiempo entender y aprender a gestionarse adecuadamente. Este proceso les generará además de mucha más calma de cara a una futura derrota, un crecimiento personal muy importante.

Como bien hacíamos referencia antes no solo debemos de tratar la reacción ante la derrota, pues en ocasiones la respuesta ante la victoria no es mucho mejor. Partiendo de la frase “no hay mayor perdedor que el que no sabe ganar” podemos asegurar que es muy cierto. En ocasiones los perdedores asumen muy bien su derrota, pero son abordados por los ganadores de una forma poco elegante o burlona. En ocasiones la celebración de una victoria, viene acompañada de gritos y aspavientos exagerados enfrente de los derrotados, los cuales pueden sentirse mal. Sin lugar a duda en ningún caso vamos a recriminar o cohibir a los pequeños de su celebración del triunfo. Pero nunca debemos permitir que esta celebración venga acompañada de burlas o risas a costa del equipo rival. Se debe intentar orientar a que la celebración debe ser personal y sobre todo siempre tras agradecer y felicitar al equipo rival por su esfuerzo. 

Desde el colegio y especialmente desde el departamento de educación física siempre vamos a trabajar de forma muy activa estos valores como la deportividad, compañerismo y respeto a los demás como base de nuestro aprendizaje deportivo, pues consideramos que es el pilar de toda actividad, antes que la realización de la misma. 

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